viernes, 15 de mayo de 2009

Duodécima parada: Palabras.

Mis dedos en tus brazos. Despacio. Incertidumbre. Pies descalzos. Olor a tierra mojada en verano. Brisa y arena. Mi pelo entre tus dedos. Otra vez. Triste. Pienso. Temblando. Una canción rockera.
Suspiro. Risas. Cosquillas en la oreja. Un soplido. Ven. Agua con azúcar. Muchos colores. Estar serio. Soltar carcajadas al azar.
Un bolígrafo y un lápiz. Libertad. Cristalino. Mis caderas… Lacasitos (excepto los marrones). Algodón de azúcar. Palabras que no son escuchadas. Libros. INCIENSO. Miradas. Segundos. Torpezas. Ponte mi pañuelo en el cuello e imítame. No lloro. Vivimos. Pasado. Más tarde.
Mis zapatillas favoritas. Un ping-pong. Esa canción que detesto. Un gol. Comodidad. Flor silvestre. Llamada perdida. La caja con cosas viejas. El momento apropiado. Latidos. Ser una niña. Jugar a las cartas. Fui sincera al decirte “te quiero”. Soledad. Pintauñas. ¿Me abrazas? Vale.




SONRISA.

martes, 12 de mayo de 2009

Undécima parada.

Mi queridísima Renfe Cercanías ha convocado el III Certamen de relatos breves: El tren y el viaje.
Consiste en crear un relato basado en algún viaje de menos de 99 palabras.
Como he vivido muchas cosas en estas maquinitas que nos transportan al trabajo, la universidad y demás sitios tengo varios escritos sobre ellas. Total, que uno de mis preferidos es este:


"Me disponía a empezar de nuevo. Ese viaje igual cada día. Algún día perdí un tren y tuve que esperar bastante, otros días llegaba y allí había un tren esperando. Hoy no tenía música que escuchar, ni periódico que leer.
Mi tren llega a Atocha. Y se llena. Cuando pensaba que mi viaje sería igual de aburrido y monótono como cualquier otro día , apareció. Esa mirada se cruzó con la mía. Penetrante , sincera, atractiva. Yo miraba, ya no podía dejar de mirarle. Disimulaba, él ya me había visto observarle, no podía hacerme notar tanto. Miro de nuevo, él también mira.
Siguiente parada, tras su subida en el tren: "que no se baje aquí, que no se baje aquí". No bajó allí. Él sigue de pie, hay asiento libres, pero así nuestra mirada tiene que cruzarse. Cada parada susurro, "no bajes aún" . Antes de bajar, cruza mil miradas más conmigo, tratando de despedirse, quizás. Espero que no sea un adiós sino un hasta pronto.

Difícil de encontrar se queda corto. Es imposible que vuelva a verle. Jamás olvidaré sus labios y sus ojos... sus ojos. Cada viaje diario (ida y vuelta) desearé que el vagón vuelva a llenarse como se llenó este medio día.
¿Montarás mañana en mi tren, chico que viaja de pie? Sí, montarás.
"

Como puede observarse, este relato mio tiene muchas palabras más, de las 99 que propone el certamen. Así que sí, he presentado un relato. Pero no, no es este si no una pequeña modificación de este. El primer premio son mil euros, que de primeras se que no voy a ganar, pero mi objetivo era cumplir un poco con mi papel como viajera, contar una de mis pequeñas historias de trenes.


Muchas sonrisas.