viernes, 27 de noviembre de 2009

sentirlo.

Y de pronto las siete de la mañana te sorprenden. Y en lugar de estar cansada, de querer dormir hasta la hora de comer o más te apetece cometer todas aquellas locuras que corrían siempre por tu mente pero que jamás te atreviste a realizar. Montar en bicicleta después de años sin hacerlo. Contar cosas que ni si quiera tu querías reconocer como verdaderas. Huir. Montarte en un columpio mientras escuchas las historias de una vida ajena. Tumbarte y buscar estrellas fugaces. Correr. Fumar. Decir ¿por qué? También hubieras hecho otras cosas, no se, cosas como soltar gilipolleces de esas que en el mismo instante en el que las pronuncias piensas “qué estás diciendo, tronca”. Quizás no deberías pensarlo, sino simplemente disfrutar de ello. Solo voy a reír. A vivir lo que toque. Y sobre todo sentirlo.

lunes, 2 de noviembre de 2009

o él invierno en tus brazos.

Yo quiero ser el verano. Los días largos y las pocas tardes de lluvia. Quiero poder ser, cuando el sol sale temprano por las mañanas y se esconde muy tarde cuando anochece. Quiero ser las noches cortas pero intensas. Esa rebeca a la una de la madrugada. La arena entre los pies. Las terrazas llenas de gente. Ser ese despertar calido y esos besos a cuarenta grados a la sombra. Quiero ser un momento tumbados en el césped. Una noche de borrachera. Unas vacaciones no programadas. Yo quiero ser un día de agosto, o una tarde de julio. Quiero ser ese día de octubre que hace tanto calor. Poder decirte que hagamos lo que quieras puesto que no hay nada que tengamos que hacer.

Yo soy el verano.