sábado, 5 de diciembre de 2009

Saliendo.

Luces ensordecedoras, sonidos que me ciegan. Vivimos en un continuo contrasentido, un laberinto del que se cree que debemos salir y del que muchos creen saber la salida. Me gusta vivir en él. Y sorprenderme de cosas normales. Pensar en finalizar todo de una manera drástica, como un portazo tras una tonta discusión. Pensar que soy libre y darme cuenta de que tras de mi llevo ligados pequeños trozos de vida, de gente, de cosas, de momentos, que pesan pero que hacen que yo sea un poco lo que hoy soy o lo que parezco ser o, mejor aún, lo que intento ser.
No sé si nadie llegará algún día a entenderme, si llegaré a entenderme yo.

martes, 1 de diciembre de 2009

Meteorología.

Comienza a llover. Tumbada en mi cama a oscuras observo mi habitación, escucho rebotar las gotas de lluvia, golpean fuerte, haciendo que mi habitación parezca una caja de cristal; y el aire contra la persiana más fuerte aún. Llueve. Contando cada gotita que se ha posado en mi ventana invento mil fantasías de cosas por hacer. Deja de llover. El olor a tierra mojada me llama a salir a la calle y pasear de una mano ajena. El día se vuelve un poco menos feo. En cada suspiro encuentro mil maneras de pasar mi tiempo, de vivir simplemente, de no bostezar de aburrimiento. Mañana sale el sol. Y aunque me gusta la lluvia, me encantan los cambios; y, aún esperando otros mejores, todavía me conformo con el meteorológico.

viernes, 27 de noviembre de 2009

sentirlo.

Y de pronto las siete de la mañana te sorprenden. Y en lugar de estar cansada, de querer dormir hasta la hora de comer o más te apetece cometer todas aquellas locuras que corrían siempre por tu mente pero que jamás te atreviste a realizar. Montar en bicicleta después de años sin hacerlo. Contar cosas que ni si quiera tu querías reconocer como verdaderas. Huir. Montarte en un columpio mientras escuchas las historias de una vida ajena. Tumbarte y buscar estrellas fugaces. Correr. Fumar. Decir ¿por qué? También hubieras hecho otras cosas, no se, cosas como soltar gilipolleces de esas que en el mismo instante en el que las pronuncias piensas “qué estás diciendo, tronca”. Quizás no deberías pensarlo, sino simplemente disfrutar de ello. Solo voy a reír. A vivir lo que toque. Y sobre todo sentirlo.

lunes, 2 de noviembre de 2009

o él invierno en tus brazos.

Yo quiero ser el verano. Los días largos y las pocas tardes de lluvia. Quiero poder ser, cuando el sol sale temprano por las mañanas y se esconde muy tarde cuando anochece. Quiero ser las noches cortas pero intensas. Esa rebeca a la una de la madrugada. La arena entre los pies. Las terrazas llenas de gente. Ser ese despertar calido y esos besos a cuarenta grados a la sombra. Quiero ser un momento tumbados en el césped. Una noche de borrachera. Unas vacaciones no programadas. Yo quiero ser un día de agosto, o una tarde de julio. Quiero ser ese día de octubre que hace tanto calor. Poder decirte que hagamos lo que quieras puesto que no hay nada que tengamos que hacer.

Yo soy el verano.

viernes, 23 de octubre de 2009

sospechosos.

Una mirada fugaz desde un coche. Una voz atractiva en el metro. Y un abrazo que lo diga todo, en silencio y sin mirarte. Un abrazo que signifique todo para ti. Sin ser profundo pero de esos que llegan, Y después me iré un poco más lejos a esperarte. Sintiendo aún tus manos en mi espalda, tu respiración en mi cuello...

martes, 6 de octubre de 2009

Trocitos minúsculos de mi.


Hace tiempo que no comparto mi vida con nadie, al menos no de una manera regular. Lo hago de manera esporádica, sin ninguna importancia. Con nadie especial. Lo hago porque quiero seguir como estoy. Yo y mi vida. A solas. Y también quizás por miedo a que se acabe. Porque se que si comparto cosas de manera frecuente acabo enganchándome… y quiero mas. Y quizás esa persona no. Ya sabes conflicto de intereses. Por eso me limito a aceptar lo que me ofrecen y ofrecer entonces una ración de similares proporciones. Nunca más de lo que me dan. No quiero desaprovechar mis ganas con gente que no las merece o a quien simplemente no le interesan. Pero mi cabeza puede conmigo y a veces no piensa, sino que actúa. De repente algo se apodera de mí y comienzo a regalar trocitos de mi vida, instantes únicos, sin nada a cambio. Es cuando me doy cuenta de que soy como soy, vivo, sin un guión y aunque me fuerce y me proponga seguir un plan establecido, suelo tomar ese plan y hacer con él trocitos pequeños pequeños pequeños, tanto… que se evaporan… tanto, que los olvido.
Me dejo llevar. Siento.

jueves, 10 de septiembre de 2009

Finito

A veces son solo frases. A veces solo palabras. A veces susurros. A veces silencio. Lo que te llena nunca es lo mismo. Quizás pasas horas callada y hace un hueco mayor en ti que cualquier enrevesado discurso. Quizás sin proponérselo alguien te alegra el día. Quizás lloras sin porqué. Normalmente piensas que tus días son todos iguales. Un calco del día anterior y también del próximo. Y siempre sueñas con que un día las cosas cambien. Y un día te sorprendes, el día más normal, el más igual al resto de días te sorprendes. Gritas. Corres. Vuelas. Puede que ni lo notes. Que tras el tiempo digas: pasó y no me di cuenta. No lo aproveche. Pero piensas: sucedió, es lo que cuenta. Ahora bien. Exprimir las cosas, los momentos, puede ser “guay” pero sabes lo que ocurre, que al exprimir algo se agota. Y lo finito, tiene eso, que termina.

martes, 25 de agosto de 2009

Creo.

¿Sabes que creo? Que soy una cobarde. No me atrevo a expresarme, no me atrevo a actuar. A reírme a carcajadas siempre que me apetezca y también siempre que no, pero sea oportuno. A veces pienso que no sirve de nada hacer las cosas que te gustan. Guiarte solo por lo que quieres. No sirve de nada si esas cosas no son apreciadas. Normalmente pienso una cosa, y al rato o la he olvidado o ha dejado de tener importancia. Pienso otra. Me desvivo a cada instante por ser. Por ser más que por existir. La existencia es efímera y finaliza. Pero lo que eres, lo que eres y lo que no eres, seguirá siempre así, incluso después de que te vayas. Quizás por eso no creo en esa palabra. Esa a la que todos temen. Yo se que después de ella lo que soy seré. Se que soy una cobardica y a veces me enfurruño pero jamás he dejado de reírme. A caso tu puedes decir con seguridad que lo que eres lo has sido siempre. ¿Y que lo seguirás siendo? en eso me diferencio yo.
No logro comprender muchas de las cosas que pasan. Como hay cosas que el silencio explica mejor que las palabras. Como quizás una mirada diga más sobre mí que todos mis años de vida. Y es cierto que no todo es bueno. Yo soy de las que creo que si nada va mal no se podrá valorar lo que va bien. Intentar captar lo que las personas no muestran, por que lo que muestran es obvio y accesible a todo el mundo. Saber que todo el mundo tiene algo que le diferencia que le hace totalmente distinto a otro aunque sea un simple lunar, o ese hoyuelo que nace al sonreír.

miércoles, 17 de junio de 2009

Decimocuarta: La carta.

Tras mucho tiempo pensándolo hoy me he decidido a hacerlo. He llenado el vaso, me he puesto cómoda y he empezado a escribir esta carta. Hace algunos días habría pensado que estoy loca al escribirla, pero hoy estoy más dispuesta que nunca. Quizás se deba a que he vuelto a leer poesía. Me encanta, hace que saque todo eso, sí, eso que... siento. No se muy bien qué decir. Busco la manera de expresarme, de encontrar las palabras que se asemejen a lo que necesito mostrar. Quizás no me conoces, es posible que hasta pienses que soy de una manera muy distinta a como soy realmente. Nunca te has parado a preguntarte qué se pasa por mi cabeza en ciertos instantes. Jamás te has interesado por mí, ni un poquito. En cambio, yo me paso horas muertas tumbada, con los ojos abiertos pero sin prestar atención, solo pensando dónde estarás. Quizás sea porque somos diferentes. Quizás sea porque somos iguales y no lo sabemos.

Trato de olvidarme, de dejar de notar que verdaderamente estoy vacía. Que me ahogo al pensar en tu ausencia. Que me encierro en ideas oscuras. Que lloro. Que vivo. Que pasan los segundos, se esfuma mi vida tras los suspiros, y tú no apareces. Estás lejos. Estás cerca. Me engaño y pienso que no eres importante, que mi estabilidad lo es más, que estoy viva. Pero en realidad, mi cuerpo vive a expensas de recuerdos de cosas que no han sucedido. Cómo puedo extrañar algo que no ha sido. Y es que ya es hora de reconocerlo, aún no se quién es el destinatario de esta carta. Puede ser alguien tan cercano que nunca imaginaria o alguien tan ajeno a mi que me parezca una idiotez. Quién eres. Quién me falta. Quién piensa cada noche en encontrarme sin saber quién soy. Quién es la otra parte de mí...

Entonces dime: cómo puedo quererte ya, cómo puedo saber que me gustan tus manos, cómo puedo pensar en abrazarte sin haberte tocado, cómo puedo sentirte tan mío cuando no se ni tu nombre, cómo puedo saber que no te irás si aún no has aparecido. Porque lo noto, cargada de positividad sé que ahí, en algún lugar, tú, mi mitad, has pensado en escribirme a mi alguna vez. No creo en las casualidades ni tampoco en el destino, sólo creo en encontrarte quizás mañana, quizás más tarde…

sábado, 13 de junio de 2009

Décimotercera: Y entonces...

Y entonces comprendió que sus principios, los que ella creía que se posaban sobre duros cimientos, en realidad estaban tambaleandose sobre unos débiles hilos.
Sus ideas, muy claras y firmes, eran sólo espejismos de lo que ella quería conseguir. Dudaba. Lo que nunca le había pasado. Dudaba. Y no por no saber lo que quiere, porque lo sabe, si no por el miedo a que lo que quiere no sea mas que humo.
Miedo, vuelve a tener miedo. No quiere que el minimo daño pueda rozar ni tan si quiera una de las yemas de sus dedos ni tampoco que sus dedos vuelvan a hacer daño. Se siente insegura de sentirse segura. Rara paradoja. Cree que todo tiene que salir bien, no quiere fallo alguno. Y por eso se pone nerviosa ante determinadas situaciones.
Y qué te asombra, amiga? La vida es eso. Miedo. La vida esta llena de sorpresas, totalmente inesperadas. Y normalmente lo inesperado, conlleva que sea desconocido. Y bien sabes que a ti, lo desconocido te da miedo, o al menos te asusta.
Todo se vuelve difícil para ti. Y entonces desistes. y entonces… lo intentas.



Y entonces
SONRÍES.

viernes, 15 de mayo de 2009

Duodécima parada: Palabras.

Mis dedos en tus brazos. Despacio. Incertidumbre. Pies descalzos. Olor a tierra mojada en verano. Brisa y arena. Mi pelo entre tus dedos. Otra vez. Triste. Pienso. Temblando. Una canción rockera.
Suspiro. Risas. Cosquillas en la oreja. Un soplido. Ven. Agua con azúcar. Muchos colores. Estar serio. Soltar carcajadas al azar.
Un bolígrafo y un lápiz. Libertad. Cristalino. Mis caderas… Lacasitos (excepto los marrones). Algodón de azúcar. Palabras que no son escuchadas. Libros. INCIENSO. Miradas. Segundos. Torpezas. Ponte mi pañuelo en el cuello e imítame. No lloro. Vivimos. Pasado. Más tarde.
Mis zapatillas favoritas. Un ping-pong. Esa canción que detesto. Un gol. Comodidad. Flor silvestre. Llamada perdida. La caja con cosas viejas. El momento apropiado. Latidos. Ser una niña. Jugar a las cartas. Fui sincera al decirte “te quiero”. Soledad. Pintauñas. ¿Me abrazas? Vale.




SONRISA.

martes, 12 de mayo de 2009

Undécima parada.

Mi queridísima Renfe Cercanías ha convocado el III Certamen de relatos breves: El tren y el viaje.
Consiste en crear un relato basado en algún viaje de menos de 99 palabras.
Como he vivido muchas cosas en estas maquinitas que nos transportan al trabajo, la universidad y demás sitios tengo varios escritos sobre ellas. Total, que uno de mis preferidos es este:


"Me disponía a empezar de nuevo. Ese viaje igual cada día. Algún día perdí un tren y tuve que esperar bastante, otros días llegaba y allí había un tren esperando. Hoy no tenía música que escuchar, ni periódico que leer.
Mi tren llega a Atocha. Y se llena. Cuando pensaba que mi viaje sería igual de aburrido y monótono como cualquier otro día , apareció. Esa mirada se cruzó con la mía. Penetrante , sincera, atractiva. Yo miraba, ya no podía dejar de mirarle. Disimulaba, él ya me había visto observarle, no podía hacerme notar tanto. Miro de nuevo, él también mira.
Siguiente parada, tras su subida en el tren: "que no se baje aquí, que no se baje aquí". No bajó allí. Él sigue de pie, hay asiento libres, pero así nuestra mirada tiene que cruzarse. Cada parada susurro, "no bajes aún" . Antes de bajar, cruza mil miradas más conmigo, tratando de despedirse, quizás. Espero que no sea un adiós sino un hasta pronto.

Difícil de encontrar se queda corto. Es imposible que vuelva a verle. Jamás olvidaré sus labios y sus ojos... sus ojos. Cada viaje diario (ida y vuelta) desearé que el vagón vuelva a llenarse como se llenó este medio día.
¿Montarás mañana en mi tren, chico que viaja de pie? Sí, montarás.
"

Como puede observarse, este relato mio tiene muchas palabras más, de las 99 que propone el certamen. Así que sí, he presentado un relato. Pero no, no es este si no una pequeña modificación de este. El primer premio son mil euros, que de primeras se que no voy a ganar, pero mi objetivo era cumplir un poco con mi papel como viajera, contar una de mis pequeñas historias de trenes.


Muchas sonrisas.




martes, 28 de abril de 2009

Décima parada: un poco de mi.

Aún me enfado cuando me pica un bicho en un lugar donde no alcanzó muy bien a rascarme. Sigo sonriendo tímidamente cuando alguien dice algo bueno sobre mí. Siento envidia sana cuando mi madre y mi hermana hacen cosas juntas sin mí. Aún siento miedo cuando hay demasiada oscuridad por la noche. Todavía lloro cuando las cosas no salen bien o van mal. Sigo haciendo el vago aunque tenga millones de cosas que hacer. Incluso pierdo los nervios cuando alguien se porta mal con alguien a quien quiero. No puedo dejar de sentir ternura cuando Claudia sonríe. A veces sigo mordiéndome las uñas cuando una esquinita se rompe. Siguen saliendo calenturas en mis labios de vez en cuando. Cada vez que me acuesto digo: "hasta mañana". Discuto con mi hermana porque somos idénticas. Me engancho a programas basura. Sigo odiando el desorden. Me gusta mi pelo. Algún que otro día me he inventado una canción como cuando era una canija. Me enfado y desenfado en cuestión de segundos. Lavo mis dientes tres veces al día. Todas las noches me preparo el desayuno y la ropa del día siguiente, además tomo un vaso de leche antes de acostarme. Sonrío sin motivo alguno. No me gusta que me hagan regalos, en cambio me encanta que me sorprendan. Tengo conjuntivitis. Aún sueño con hacer algo importante.
Disfruto cada segundo.
Sí sigo siendo la misma, pero también cada día soy una distinta.

Sonrío sin motivo alguno.
Sonrío.

lunes, 13 de abril de 2009

Novena parada: amaneciendo.

Lo bueno de viajar cada día en tren es que todos los días veo amanecer.


Y no hay cosa más bonita.


Sonrían.

sábado, 11 de abril de 2009

Octaba parada: desesperación.

Cómo se puede expresar sin sentir. Pensar que lo que vas a decir no tiene un fondo. Soñar que tocarás corazones cuando sabes que ni si quiera a tocado el tuyo. No sé qué contestar. No lo se.
¿Me he quedado vacía?
Pues aún sigo sin entender como una persona puede decir palabras tan llenas, tan vivas cuando es una persona con un interior malvado, oscuro. Bueno, quizás estoy siendo algo extremista. Pero es que me duele que alguien dirija hacia mi palabras, más que palabras sentimientos, y luego en realidad todo sea una fachada.
Ya no sé ni qué pensar, creo que el error está en mi. En mi manera de recibir las cosas, en mi manera de interpretar. Quizás me involucro demasiado en inversiones sin garantías. Amigas, chicos, compañeros, familia. Creo demasiado en sentir. Y olvido el pensar. ¿Creo demasiado en sentir y olvido el pensar?

¿Afirmo? Pregunto.

Vivo.
¿Vivo?

jueves, 9 de abril de 2009

Séptima parada.

Siempre trataron de que aprendiera mediante trucos:
Abeja vs oveja. La pequeña se escribe con la grande y la grande con la pequeña.

Buenos trucos. ¿Alguien tiene alguno para vivir sin ninguna preocupación? ¿Para saber pedir perdón y perdonar? ¿Para tomar siempre la mejor decisión? ¿Para no prejuzgar? ¿Para reir cuando no hay motivos para hacerlo?
Eso jamás te lo enseñan en el colegio...

Sonrían.

martes, 7 de abril de 2009

Sexta parada: Lo sé.

Un día más. Aquí sentada. Mirando esta pantalla tan llena y a la vez tan vacía. Llena de ideas, vacía de sentimientos. Música de fondo. No me dice nada, mi mente no sabe escucharla. Es un sonido más.
Mis días se van haciendo cada vez más rutinarios. No son malos, nada más lejos de la realidad, sólo que ya no hay nada especial en ellos, especial como sinónimo de diferente. Es un camino largo, con dos paredes, una a cada lado. Y al final, ¿qué habrá? Posiblemente nada. No veo que esto sea negativo, lo tomo como una "racha" más que hay que pasar, una época, que complementa a las otras. Quizás como diría mi profesor de auto escuela estoy en la fase tres: "El alumno se siente estancado, nota que no avanza o que el avance es mínimo. El profesor deberá calmarle y decirle que esto es normal. Que es un paso más en el proceso de aprendizaje." (A mi él jamás me explicó esto). Supongo que pronto llegará la fase 4: "Los automatismos" (No recuerdo bien lo que decía el manual sobre ella, pero yo la describía con una simple frase "todo va sobre ruedas").

Y es que ahora poca cosas tienen sentido. Siento que vivo en un camino largo pero cortado al final. Sólo andas, andas y andas, deprisa, a veces, más lenta, otras. Pero nada te espera al final. Mis días son todos iguales. No son tristes, no tienen nada de malo, suelo sonreír, pero nada varía. Es frustrante.


He decidido coleccionar miradas. Ya tengo la de la chica joven perfectamente arreglada, sonriente, tímida, que viaja a su trabajo, muy probablemente, donde quizás le espere, en la mesa de al lado, un chico inteligente y bastante atractivo al que desea besar. Poseo la del señor que lee el periódico, que no observa las paradas, que sólo piensa en llegar a casa, poner la televisión y corroborar que lo que ha leído es cierto, comentarlo con su esposa y seguir su día. Una especial es la de ese niño que se sube todos los días en mi autobús cargado con una mochila enorme, posiblemente no haya comido aún y ya es tarde. El camarero de la cafetería al que cada día pido lo mismo, pero aun así jamás lo recuerda hasta que lo digo y entonces sonríe torpemente. Me gustaría saber que alguien se ha fijado hoy en mi mirada, pérdida, bonita, insistente.


Quizás mi camino esté truncado ahora, lleve una vida sencilla y no tenga grandes sobresaltos. Es cierto que sólo yo soy responsable de que así sea. Debería pararme y decir: "Hoy será un gran día", y seguramente así sería, porque creo que solo yo puedo hacer que así sea. Voy a encontrar eso, ese punto que dará una razón válida a mis días para que busquen lo especial de cada segundo, especial como sinónimo de diferente, aquello que hará que cada uno de ellos, sea mejor o peor que el anterior. Pero nunca serán rutina. Sé que llegará el momento en el que encuentre un porqué, lo sé.

domingo, 5 de abril de 2009

Quinta parada: Si yo fuera un chico.

Si fuera un chico, lo primero que me preocuparía sería cuidar de los pequeños detalles. Pienso que todas las cosas que nos rodean están basadas en pequeñas cosas que a simple vista carecen de importancia pero que en realidad son fundamentales para el funcionamiento de lo que creemos tan importante. Me dedicaría a observar, a ser sensible a pequeños movimientos. Trataría de interesarme por cosas que parecen efimeras. Me haría especialista de las cosas olvidadas.
Me preocuparía de la gente de mi alrededor. Prestaría atención a las sonrisas, pero también a esas caras que esconden tristezas. Intentaría formarme culturalmente para ser más consciente de las cosas que me rodean, de los problemas y de las soluciones.
Buscaría formas de sentirme agusto conmigo mismo para poder gustar después al resto.
Me quedaría con miradas y palabras que guardan significados.
Me sentería solo entre mucha gente cuando tuviera problemas. Conseguiría no borrar ni una sonrisa de la cara por motivos que no lo merecen. Cuidaría de mis cosas, y más aún de los asuntos de los demás. Tendría delicadeza con las cosas insignificantes , sobre todo, con las de aspecto robusto (porque estás a veces resultan ser las más frágiles).

En definitiva, si fuera un chico probaría a ser, al menos algo parecido de lo que soy siendo chica.

sábado, 4 de abril de 2009

Cuarta parada: insomnio.

Muchos no sabréis que existen tres tipos de insomnio. Pues sí. Uno cuando te despiertas varias veces durante la noche (insomnio intermedio), otro cuando te despiertas por la mañana antes de lo planeado (insomnio terminal) y un último, el que me afecta a mi, simple y llanamente dificultad para conciliar el sueño al acostarse, o técnicamente insomnio inicial el más común.

Además de ser el más común, en mi opinión es también el más asfixiante. Que te despiertes temprano por la mañana, pues tiene algo positivo: tienes más día por delante. El despertarse durante la noche varias veces, será molesto pero algo duermes. Pero es que yo, yo he llegado a estar tres días sin dormir NADA.


Me levanto cada día a las 5.50 de la mañana. Buena hora. Es pronto, lo sé. Pero si has dormido las horas necesarias no está tan mal. El caso es que yo no duermo. Termino de estudiar, o simplemente estoy "haciendo que veo la tele" y estoy muerta de sueño. Los ojos se me cierran poquito a poquito y pienso para mi: "Genial, hoy duermo". Nada más lejos de la realidad. Me meto en la cama, sin antes tomarme un buen vaso de leche, y me cubro con el edredón hasta un poco más arriba del cuello. Y entonces, en ese momento en el que tendría que quedarme como usualmente se dice "frita", lo que me ocurre es todo lo contrario. Y así mirando al blanco techo de lo que se puede considerar mi habitación o habitáculo donde duermo (no le tengo mucho cariño, ya contaré porqué) veo pasar una hora, y otra y otra... hasta que de repente, mi despertador suena y tengo que levantarme sin haber dormido ni tan si quiera media hora.

La gente de mi clase, que me ve llegar con una cara imposible de definir al estar muerta de sueño tras viajar una hora y media hasta la universidad sin haber dormido nada, me da consejos del tipo "ve al médico", "toma valeriana" y yo que soy reacia a todo eso les digo: "sí, debería hacerlo". Lo que pasa es que yo creo que el problema de mi insomnio lo curaría mejor un psicólogo, creo que no duermo porque pienso demasiado. Soy una miedica, y cuando me acuesto empiezo a dar vueltas a todo y se me hace imposible conciliar el sueño.

Ojala no os ocurra nunca. Ni una sola noche. Os puedo asegurar que se me han quitado hasta las ganas de comer por culpa de esto. Y ahora, a las 6.29 de la mañana (eso sí hoy es sábado) me despido, para dormir, después de una semana de bastantes altibajos en lo que a mi sueño se refiere.

Sonrisas varias.
Hasta el próximo destino.

jueves, 2 de abril de 2009

Tercera parada.

"A los mayores les gustan las cifras. Cuando se les habla de un nuevo amigo, jamás preguntan sobre lo esencial del mismo. Nunca se les ocurre preguntar: ¿qué tono tiene su voz? ¿qué juegos prefiere? ¿le gusta coleccionar mariposas?, pero en cambio preguntan: ¿qué edad tiene? ¿cuántos hermanos? ¿cuánto pesa? ¿cuánto gana su padre?. . . Solamente con estos detalles creen conocerle."
Grande, Antoine De Saint Exupery.

Sonrisas para ti.
(Próximo destino: mi insomnio incurable.)

miércoles, 1 de abril de 2009

Segunda parada.



Bueno, la primera entrada era un poco para expresar qué me movió a hacer esta locura de crear mi propio blog. Esta quiero dedicarla a explicar en qué va a consistir.
Desde el pasado mes de octubre me veo condenada a coger un tren cada día para ir al lugar donde estudio. Lo tomo como algo positivo porque 50 minutos de ida y 50 de vuelta dan para mucho. Me encanta observar. Miro a la gente que va a trabajar, la gente que va de compras, la gente que duerme...

De aquí podeis extraer el porqué de la dirección de mi blog: soy la chica del tren, la chica que cada día coge el mismo tren.
Hay una canción de un grupo llamado Extremoduro, al que supongo que todos, o casi todos, conocereis que dice: "y pasar la vida entre andenes"... Pues bien, tras estos primeros meses, y viendo todos los que me quedan por delante he comprendido que la mayor parte de mi vida se va a desarrollar así, entre andenes (de ahí el título de este intento de blog).

El tren que cojo cada día desde la primera hasta la penúltima parada, es ya parte de mi. Su gente, gente a la que ya considero cercana, y que si por mi fuera saludaría con una sonrisa diaria, pero claro no lo hago porque me tomarían por loca. La mayoría de cosas que cuente aquí seguramente habrán pasado por mi cabeza durante uno de estos trayectos y por eso cada entrada será una parada en este viaje que comienzo.

No trato de escribir cosas magníficas y que mi blog se convierta en algo revolucionario, porque no creo que eso suceda. Trato únicamente de expresar mis ideas, opiniones y a la vez, saber las vuestras, si esque así lo decidís. Sin más hemos llegado al final de la seguda parada. Hasta el próximo destino.

domingo, 25 de enero de 2009

Primera parada.

siCada vez que pienso se inunda mi cabeza de palabras, gestos, silencios, que poco a poco trato de ordenar para conseguir que formen algo lógico y relacionado con el objeto de mi acción pensante.
Eso ocurre siempre, mi cabeza da vueltas en busca de razonamientos lógicos y útiles, para mi en el momento que necesite de ellos. Pero lo que no ocurre siempre es que esas conclusiones tan añoradas sean encontrados por mi cabecita loca.
Desde pequeña, desde muy muy pequeña, mi cabeza ha creado, transformado, razonado, cambiado, eliminado (y cualquier participio acorde) pensamientos, historias y demás sin un objetivo concreto. Cuando no tengo mucho que hacer, o lo que tengo que hacer no me interesa demasiado, se acciona, sin que yo lo ordene, ese trocito de mi al que tanto le gusta dar vueltas a las cosas, buscar diferentes soluciones a un mismo problema, encontrar que una sola cosa puede, decorandola un poco, ser mil más diferentes, saber que mi imaginación y yo formamos un buen equipo.
Sé que nunca dejaré de utilizar mi coco, ya que él no es
sin mi y yo solo soy con él...