viernes, 27 de noviembre de 2009

sentirlo.

Y de pronto las siete de la mañana te sorprenden. Y en lugar de estar cansada, de querer dormir hasta la hora de comer o más te apetece cometer todas aquellas locuras que corrían siempre por tu mente pero que jamás te atreviste a realizar. Montar en bicicleta después de años sin hacerlo. Contar cosas que ni si quiera tu querías reconocer como verdaderas. Huir. Montarte en un columpio mientras escuchas las historias de una vida ajena. Tumbarte y buscar estrellas fugaces. Correr. Fumar. Decir ¿por qué? También hubieras hecho otras cosas, no se, cosas como soltar gilipolleces de esas que en el mismo instante en el que las pronuncias piensas “qué estás diciendo, tronca”. Quizás no deberías pensarlo, sino simplemente disfrutar de ello. Solo voy a reír. A vivir lo que toque. Y sobre todo sentirlo.

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Lo escribiste mientras viajabas...