miércoles, 8 de septiembre de 2010

Boba.

Y mis ojos recorren cada detalle de él, lentamente, con disimulo, muy atenta, disfrutándolo. Pero he de conformarme con mirarle. Con que sus dedos rocen los míos al pasarle algún objeto, o cuando sus ojos se clavan en los míos y hace que me derrita por dentro.
Ahora pienso que él es consciente de todo. Sabe que solo estoy pendiente de él, que mi risa es más autentica cuando me rio con él, que el tiempo a su lado lo es todo para mí. Lo sabe y me provoca. Y puede que esto no sea así, que sea todo una invención mía pero entonces es aún más irresistible.
Yo sigo viviendo con la idea de que algún día venga a tirarme piedrecitas a mi ventana...

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Lo escribiste mientras viajabas...