martes, 7 de abril de 2009

Sexta parada: Lo sé.

Un día más. Aquí sentada. Mirando esta pantalla tan llena y a la vez tan vacía. Llena de ideas, vacía de sentimientos. Música de fondo. No me dice nada, mi mente no sabe escucharla. Es un sonido más.
Mis días se van haciendo cada vez más rutinarios. No son malos, nada más lejos de la realidad, sólo que ya no hay nada especial en ellos, especial como sinónimo de diferente. Es un camino largo, con dos paredes, una a cada lado. Y al final, ¿qué habrá? Posiblemente nada. No veo que esto sea negativo, lo tomo como una "racha" más que hay que pasar, una época, que complementa a las otras. Quizás como diría mi profesor de auto escuela estoy en la fase tres: "El alumno se siente estancado, nota que no avanza o que el avance es mínimo. El profesor deberá calmarle y decirle que esto es normal. Que es un paso más en el proceso de aprendizaje." (A mi él jamás me explicó esto). Supongo que pronto llegará la fase 4: "Los automatismos" (No recuerdo bien lo que decía el manual sobre ella, pero yo la describía con una simple frase "todo va sobre ruedas").

Y es que ahora poca cosas tienen sentido. Siento que vivo en un camino largo pero cortado al final. Sólo andas, andas y andas, deprisa, a veces, más lenta, otras. Pero nada te espera al final. Mis días son todos iguales. No son tristes, no tienen nada de malo, suelo sonreír, pero nada varía. Es frustrante.


He decidido coleccionar miradas. Ya tengo la de la chica joven perfectamente arreglada, sonriente, tímida, que viaja a su trabajo, muy probablemente, donde quizás le espere, en la mesa de al lado, un chico inteligente y bastante atractivo al que desea besar. Poseo la del señor que lee el periódico, que no observa las paradas, que sólo piensa en llegar a casa, poner la televisión y corroborar que lo que ha leído es cierto, comentarlo con su esposa y seguir su día. Una especial es la de ese niño que se sube todos los días en mi autobús cargado con una mochila enorme, posiblemente no haya comido aún y ya es tarde. El camarero de la cafetería al que cada día pido lo mismo, pero aun así jamás lo recuerda hasta que lo digo y entonces sonríe torpemente. Me gustaría saber que alguien se ha fijado hoy en mi mirada, pérdida, bonita, insistente.


Quizás mi camino esté truncado ahora, lleve una vida sencilla y no tenga grandes sobresaltos. Es cierto que sólo yo soy responsable de que así sea. Debería pararme y decir: "Hoy será un gran día", y seguramente así sería, porque creo que solo yo puedo hacer que así sea. Voy a encontrar eso, ese punto que dará una razón válida a mis días para que busquen lo especial de cada segundo, especial como sinónimo de diferente, aquello que hará que cada uno de ellos, sea mejor o peor que el anterior. Pero nunca serán rutina. Sé que llegará el momento en el que encuentre un porqué, lo sé.

3 comentarios:

  1. Esa sensación de que pasas sin pena ni gloria por los diferentes andenes.. No sufres, pero tampoco disfrutas. A eso le llamo yo estar profundamente dormida.. Pero un día te despiertas. Entonces Sufres a la vez que disfrutas mucho. Yo lo se, creeme..

    Un abrazo viajera!

    ResponderEliminar
  2. Hola
    Pues yo recién abrí mi blog, y encontré el tuyo, tus palabras me llamaron, porque son sinceras, porque estan bien escritas, y llegan al corazón.
    He decidido coleccionar miradas. WOW. Me gusta.
    Si tienes tiempo de visitar mi blog y decirme tu opinion, trato de inspirar.
    Besos
    Adela

    ResponderEliminar
  3. Vagando por tu blog me encontre con la Sexta parada. Gracias por poner en letras lo que siento y no sabia escribir.
    Por Dios, odio la rutina. Como siempre digo " Alguien sabe por donde pasa el tren de lo interesante "

    ResponderEliminar

Lo escribiste mientras viajabas...